TODO ES SILENCIO, TODO ES TODAVÍA…
La melancólica luz de luna sobre los
tejados silencia todo en derredor, y en mi fría cama yazgo meditabundo,
pensando en lo que creo que soy. Diciéndole no a la inmortalidad, y
preguntándome cómo llegué hasta aquí. Me
quito mi obscuro camuflaje y soy igual de obscuro, mientras el fuego gris de la
luna avanza lentamente. El aire de la derrota entra por la ventana entreabierta
y me recuerda que esperaba mucho de mí mismo, pero apenas se cómo me las
arreglé para sobrevivir y para soportarme. Siempre pienso que todo es un error
y abrazado por la tristeza huyo de nuevo a refugiarme entre los libros, pasajes
a nuevos mundos donde nunca seré. Y Allí, bajo el amparo de la profunda
obscuridad y acompañado del leal silencio, y cobijado por la soledad, todas las
noches estaré allí entre los inmortales. Si, como aquellas noches de lluvia
cuando podía llorar tranquilo porque nadie me podía escuchar al leer el niño astro de Wilde. Y también como aquellas noches de luna llena
cuando leíamos a Dostoyevski y sus noches blancas. Y las largas noches cuando
nos adentrábamos con una pequeña vela en la mano y salvándola del viento para
deambular en los inmensos laberintos del señor K. Y aquellos eternos diálogos
con el águila de Zaratustra en la vigilia del ocaso. Y cómo no recordar la
noche que hablamos con las estrellas de la mano de SZYMBORSKA. Y cómo no
mencionar las noches de insomnio en la
oficina de Pessoa. Ahora son solo promesas al ser íntimo amigo del dolor, ahora
todo es silencio, todo es todavía…
Odradek.
Odradek.
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